jueves, 21 de febrero de 2013

MI APORTACIÓN AL MUNDO LITERARIO. BALANCE TRAS UN AÑO DE CAMINO.



Mientras escribo estas líneas, hace ya casi un año que mi novela fue editada bajo el sello de Dolmen Editorial. Ha llegado el momento de que haga balance, de que reflexione e intente valorar el impacto que haya podido tener la misma entre los lectores. Hace poco que ésta ha sido nominada para el primer premio EATER en la categoría de mejor novela zombi. Me gustaría exponer aquí mis impresiones también con respecto a esto, y lo que ello pueda suponer a título personal. 
 Pues bien, quisiera comenzar refiriendo mis sensaciones iniciales, las que tuve durante los primeros meses. En el transcurso de estos tuve ocasión de leer alguna reseña u opinión, y la cosa no pintaba mal. El libro parecía estar gustando, al menos a esos primeros lectores. También me llegaron buenas opiniones de gente mucho más cercana: amigos, compañeros, etc. Con estas últimas opiniones algunas veces no estas seguro de hasta que punto son objetivas, porque, claro, en ocasiones tus amigos quizás inclinen un poco la balanza de su opinión en tu favor. De todas maneras, hay elementos en una opinión que pueden indicar el grado de sinceridad de una persona y, en definitiva, durante esas primeras semanas me sentí bastante satisfecho con el resultado. 
 Luego la cosa se fue apagando bastante. Había pocas reseñas en relación al tiempo que la novela llevaba publicada. Así mismo, tuve ocasión de leer las primeras opiniones negativas. Por supuesto, siempre he sido respetuoso con estas últimas, tratando de aprender de ellas para luego enmendar mis errores en un futuro, siempre y cuando, claro, estas sean al mismo tiempo respetuosas con mi obra y con mi persona. Llegados a este punto el desánimo me hizo retroceder varios metros en el terreno de la fe. Llegué a pensar que quizás no estuviera gustando demasiado. También me di cuenta de que yo no había difundido lo suficiente su publicación y no había, por tanto, muchos lectores al corriente de su existencia.
 Sin embargo, poco a poco, veo, por nuevos comentarios y opiniones, que la novela sí está gustando a bastantes lectores. A algunos incluso mucho. Cada vez son más personas desconocidas las que me felicitan y me hacen llegar sus impresiones positivas. Uno siente entonces al fin que, quizás, después de todo, haya hecho un buen trabajo. Tras leer cada una de esas valoraciones tan halagüeñas mi fe en mi mismo se afianza un poco más. 
 Bajo esta nueva perspectiva he decidido plantearme que, si la novela gusta a unos cuantos, quizás pueda gustar a muchos más. Pero para ello es necesario siempre difundir, compartir, dar un toque de atención como quien dice: ey, señores, esta obra está aquí, a algunos les ha gustado y considero que quizás os interese.
 He aquí el meollo de la cuestión. Cuando supe que la obra había sido incluida entre unas cuantas, para ser sometida a votación me dije, ¡qué diablos!, quizás sea adecuado darle un poco de bombo. Soy consciente de que varios amigos y compañeros no han estado de acuerdo en este procedimiento seguido para la elección de una novela premiada. Les comprendo, pues en cierto modo llevan razón. El sistema seguido se basa quizás demasiado en el nivel de popularidad de cada autor y en a cuánta gente puedan movilizar. Pero mi decisión de difundir y pedir votos, ha sido sustentada bajo el lado muy positivo que le veo a este sistema. Gracias a él, autores que quizás no hayan tenido oportunidad de ello, o no hayan sabido hacerlo, tienen ahora la ocasión de dar un poco de publicidad a su obra. Y si esos autores, como en mi caso, están convencidos de que han hecho un buen trabajo, entonces considero adecuado valerse de esta oportunidad. 
 En resumidas cuentas, he llegado a la conclusión de que, si estás convencido de que has realizado un buen trabajo y has parido una obra con la que un buen puñado de personas ha disfrutado, es bastante lícito aprovechar la ocasión que te brindan en un premio, independientemente del resultado del mismo y si quedas o no en primer lugar. 
 Soy consciente de que si las obras nominadas han llegado a estar ahí, es porque varios lectores las han considerado capacitadas y dignas de ello. Algunas de ellas las he leído y estoy de acuerdo en que merecen estar donde están. Sobre la mía prefiero que otros opinen. Pero una cosa sí que tengo bien clara. Si no estuviera plenamente convencido de que "El Jardín Impío" puede ser interesante para un buen número de lectores, no promovería su lectura ni difundiría su presencia en las estanterías de las tiendas o entre los participantes a un premio literario.
 Dicho esto también me gustaría añadir que, una vez más, doy la enhorabuena a todos mis compañeros y amigos por sus excelentes obras. Aquí, en mi propio blog, podréis encontrar reseñas de unas cuantas donde expongo mi opinión sobre las mismas. Al principio no me cautivaba mucho la idea de argumentar mis opiniones sobre otras obras mediante esta fórmula, pero tras la lectura de una de ellas, pensé que quizás fuera interesante. Y como siempre digo, sobre obras que me han gustado o a las que he encontrado interesantes, me resulta grato opinar. Por otro lado, si una novela no me ha convencido, siempre preferiré no pronunciarme.
 Y tampoco quisiera concluir esta reflexión sin mencionar el enriquecimiento como autor que supuso para mí el haber compartido presentaciones en el primer festival Celsius 232. Allí tuve ocasión de conocer a un buen puñado de autores. De ellos he aprendido muchas cosas y he podido compartir otras muchas.

viernes, 15 de febrero de 2013

                                         LA LUZ QUE ME GUÍA. 



La noche despliega ahí afuera sus negros encantos. Los gatos maúllan aterrados, buscando el cobijo de alguna esquina donde puedan encontrar un remanso de calor ante el frío de la cruenta madrugada. Arrebujado bajo mis mantas, yo también intento escapar de ese aliento gélido que atenaza mis miembros anquilosados. Las retorcidas sombras de los árboles trazan sobre mi ventana fantasmagóricas imágenes. Son como zarpas agarrotadas que intentan atrapar mi alma, antes de que esta logre zafarse, se escabulla entre la grieta de algún sueño y descienda a esos abismos oníricos preñados de magia y, algunas veces, también horror. 
 Entonces mi mente se desliza por una de esas grietas, escapando al fin del plano de la fría vigilia. Atrás dejo esas sensaciones mundanas que mantenían mi cuerpo aterido y agarrotado. Un océano inmenso de recuerdos se van difuminando, a la par que avanzo por los senderos de ese sueño. Se van amontonando aquellos a mis espaldas, formando una montaña cuya sombra ahora queda muy atrás. Forman ya parte del pasado y, por tanto, esa misma negrura ya no puede ensombrecer lo que ante mi va cobrando forma. 

Inmensos campos de trigo se extienden más allá de los confines de mis pensamientos. Son como alfombras doradas que brillan resplandecientes, bajo esa luz que derrama el sol majestuoso en un cielo sin apenas nubes. Entre ellos se abre paso un río de aguas trasparentes, cuyo lecho pedregoso puede contemplarse sin dificultad desde la superficie. Entonces mis pasos me llevan directos a una suave loma, donde crecen árboles de hojas plateadas y cuyas ramas están ligeramente combadas por el peso de sus frutos. Más allá puede contemplarse una pradera y luego una franja de hierba segada que recorre la ribera del río de aguas frescas. Allí la luz se hace más intensa y la brisa sopla con dulzura una melodía. Sobre un banco de madera, ante una de las muchas mesas que se pueden observar por toda la llanura, una luz va tomando forma y me invita a compartir asiento. Mientras el aroma estival va llenando mis pulmones y el molesto aguijonazo de pretéritos recuerdos cede ante la magia de ese sueño, voy tomando consciencia de que la noche ha dejado de ser fría y los gatos ya no maúllan aterrados al otro lado de la ventana de mi mente. He recorrido distancias sólo salvables por el pensamiento, para encontrar un hálito de presente que me haga sepultar por fin todo el asfixiante pasado de penurias.
 Ahora mis espíritu roza la superficie celeste, más allá de las nubes, donde el tiempo se detiene y se respira el mismo hálito que flota en los sueños. Surco el cielo junto a la luz que alimentó mis esperanzas allí en aquellos extensos campos dorados, en dirección a una tierra legendaria. Templos sagrados ante mis ojos y los tuyos, vestigios de un pasado glorioso alimentan la imaginación, para dar forma a maravillosas visiones de un pasado mítico. Ahora nuestro pasado y nuestro presente se funden en uno sobre esa tierra milenaria, pronto darán el fruto de un futuro rebosante de promesas, y mientras, el espíritu de Apolo y Artemisa nos visitan en la noche, allí en las faldas del monte.


 A veces me pregunto si habrá alguna manera de hacerte llegar, mediante palabras, todo ese abanico de maravillosas sensaciones que suele despertar en mi interior tu sola presencia. En más de una ocasión lo he intentado. Sin embargo, pronto me he dado cuenta de que no era capaz de encontrar las palabras adecuadas, la fórmula que hiciera verdaderamente justicia a tantas y tan buenas vibraciones como las que tu ser provoca en mi alma. Podría quizás tan sólo aproximarme un poquito a expresar todo lo que siento gracias a ti, y es por ello que así lo voy a intentar al fin.
 Desde que en mi vida y en mi particular mundo llegó ese rayo de esperanza que eres tú, mis ganas de vivir se han intensificado de manera inabarcable por el pensamiento.  Ahora, allí donde anidaba un vacío absoluto e insondable, en ese rincón de mi espíritu donde se habían asentado la soledad y la desidia, reina majestuosa la esencia de tu luz. Las brumas de esos antiguos tormentos se han disipado por completo bajo el calor de tu alma. El verde de los campos de mi mente ha reverdecido gracias al rocío de tus pensamientos, que por las noches, casi en silencio pero con ternura y devoción, lo van regando madrugada tras madrugada.
 Antes, mis pasos sobre el sendero del destino eran erráticos y dubitativos, mis botas se hundían en el fango de ese lodazal hediondo donde medra la desesperación.  Ahora sin embargo muestran al fin una firmeza inquebrantable, ya que hay un manantial de luz que los va guiando en todo momento.
 Entre las ramas de los bosques tupidos que conforman mi mundo interior sopla la brisa de tu esencia, meciendo y arrullando mis pensamientos, cada vez que la tormentosa nube de algún problema amenaza con azotar mis sentidos. Reinas por tanto con firmeza, pero con dulzura, allí donde los vastos territorios de mi mente han forjado un país cuyos confines aún no me he atrevido a conquistar.
 A veces, a falta de palabras lo suficientemente certeras o justas, simplemente intento hacer llegar a ti todas estas sensaciones mediante el uso de gestos, miradas o silencios cuajados de la misma armonía que me aportas. Más de una vez habrás notado cómo intento trasladarte, a través de un lenguaje silencioso, todo esto que ahora trato de explicar. Aun cuando no puedo encontrar en todo el campo labrado del saber humano, palabras a la altura con las que poder recompensar todo ese bien que has sembrado en mi alma y en mi vida, aun así, considero que merece la pena intentar al menos una aproximación literaria que me ayude a plasmar mi devoción por ti. Es por ello que hoy me he aventurado al fin a ello, y es así que ahora los inmensos portones de mi reino interior, aquellos que antes permanecían cerrados con celo frente a todo ser humano, están abiertos y dejan pasar sin freno alguno la magia de tu ser.