Cada presentación
es un pequeño logro más, una nueva carga de mis
pequeñas hordas de muertos resucitados, de esos simpáticos
conversos que han sido despojados de todo tipo de humanidad, para
transformarse en siervos de una maléfica esencia fruto de mi
particular imaginación. Aunque estos primeros compases a la
hora de difundir mi obra, no son precisamente lo que se dice
multitudinarios, siento sin embargo una honda satisfacción al
comprobar cómo, poco a poco, paso a paso, tengo la oportunidad
de conocer en cada ocasión a alguna persona más
dispuesta a prestar atención por unos minutos a aquello que
tenga que contarles. Por supuesto, nunca faltan amigos que me apoyan
de manera incondicional y que arropan este humilde surgimiento de una
obra que para mí significa el principio de un nuevo camino por
recorrer en el mundo de las letras. De entre ellas, como no podía
ser de otra manera, siempre siento con especial intensidad el abrazo
firme y sincero de la que para mí ya es “mi lugar teniente”.
Ella siempre está ahí, entre los presentes, ya bien sea
en primera fila o quizás un poco recogida en algún
rincón, aportando aliento y esperanza a mi espíritu,
regalándome pequeños gestos de complicidad que yo
atesoro como el combustible esencial que alimenta la maquinaria de mi
fe. Mis logros siempre serán también los suyos, pues de
no ser por ese empuje y esa magia que me aporta, mi ilusión no
se sustentaría de manera tan firme. Por todo ello, nunca me
cansaré de agradecer todo aquello que ella hace para que mis
sueños no se vean jamás truncados.
Aquí dejo como siempre, unas cuantas fotos del evento.