martes, 18 de octubre de 2011

Las huellas del pasado ( 7 ago 2010, 15:09 )

En esa edad en que la juventud ya insinúa con aire burlón que está próxima a dar paso a la experimentada madurez, es cuando más vulnerables parecemos mostrarnos ante los arrebatos de la más pura nostalgia. En ese periodo indefinido del ser humano, en esa transición entre la desenfadada cabalgadura de la pubertad, y el ocaso que marca el comienzo de una etapa adulta, es cuando en verdad la senda de nuestro mundo interior se torna más llena de obstáculos. Los recuerdos de nuestras alocadas vivencias pasadas, se materializan en forma de fantasmales  vestigios que nos hacen evocar lo efímero de nuestra existencia. Revivimos constantemente nuestras propias dudas, nuestros deseos de alcanzar unas metas que, desgraciadamente en muchas ocasiones, aún no hemos podido traspasar. Una sensación acuciante atormenta nuestro errático devenir, pues sabemos que el tiempo se escurre como arena entre los dedos torpes de la vida. Tenemos la carga de que cada vez un mayor número de responsabilidades pesan sobre nuestra espalda, entorpeciendo más aún la consecución de nuestros sueños juveniles. La magia parece marchitarse bajo el yugo opresivo de la gris realidad que nos rodea, y es como si nuestro mundo de fantasía estuviera anegándose poco a poco bajo las aguas del olvido. Quizás los príncipes azules o las hadas de los cuentos de nuestra niñez, hayan perecido hace mucho tiempo en el fondo de nuestros corazones, y tan solo prevalezca, pesando como una pesadilla sobre nuestras cabezas, el humo espeso de una fábrica triste y lóbrega. Sin embargo, en el fondo de mi conciencia, sé que aún late con furia el corazón bravío de un guerrero incansable, que seguirá luchando hasta el fin de mis días, para que pueda seguir soñando, y alcance de una vez esas metas que hace mucho me propuse.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Ríos de tinta. ( 16 sep 2010, 19:38 )

 Ellas calman los impulsos de mi agitado corazón en las calurosas noches de verano, dulcificando lentamente los ecos de mi sueño incipiente. También en ocasiones aceleran ese latido, trasladando mi mente hacia mundos llenos de vertigo y aventura. A menudo regresan, añudeñándose de mis pensamientos e insuflando un torrente de ideas, que más tarde habré de esgrimir con mano certera, para con ellas surcar de nuevo el lecho blanco de una hoja. También retornan en las frias noches de invierno, arrullando con su tierna voz mis sentidos, sosegando este espíritu de fuego, que en ocasiones no acierta a encontrar el remanso de un profundo reposo. Ellas son las piedras con las que poco a poco, voy construyendo esa catedral que es mi vida, a la vez que la argamasa de mi ingenio, fabricado a base de penas y alegrías, las une con solida determinación. Ellas son mis amadas amigas las letras, mis fieles compañeras de viaje, son como las hebras visibles de mis propios pensamientos.

sábado, 8 de octubre de 2011

PORTADOR DE LUZ. ( 11 mar 2010, 06:46 )

                                                                                      La imagen de la derrota. 



Miren detenidamente esta imagen. No pretendo ser un experto en escultura, que no lo soy, ni en iconografía. Sin embargo creo que no hace falta nada de eso para darse cuenta, de que el autor de semejante obra, no quiso plasmar en ella una imagen de terror, oscuridad o prepotencia. Nada más lejos de la realidad, yo opino, y creo que está bastante claro, que lo que quiso fue más bien representar la derrota en su faceta más cruel. Frente despojada de corona, que ahora parece ser más bien una carga dolorosa para su cabeza, cetro de poder quebrado en dos con fiera determinación, tobillo anclado a un rabioso grillete bien apretado, y sobre todo, gesto de dolor y abatimiento, en un semblante donde el odio más bien brilla por su ausencia. ¿Verdad que no es esta la imagen terrible, que durante siglos  nos han querido inculcar en nuestra mente colectiva, de lo que es el Ángel Caído? Es más bien como si alguien quisiera mostrarnos otra realidad muy distinta; la de un dios antiguo, visceralmente apartado de su antiguo trono, ahora usurpado por alguien que cree ser poseedor de la única, e irrebatible verdad.Tal vez la tan nombrada lucha celestial, fuera perdida después de todo por los que estaban del lado justo. Tal vez esos Ángeles Caídos, fueran luego difamados por los vencedores, porque recuerden, la historia nos llega siempre a través del relato de los vencedores. De este modo, los vencidos suelen ser dibujados ante nuestros ojos como simples alimañas, demonios abyectos causantes de todo el mal que nos perturba. 

Simplemente se trate tan solo de una alegoría, de cómo las antiguas deidades fueron demonizadas por la nueva institución que ahora ocupa su lugar, con mano firme e intolerante. Pero yo pienso que detrás de toda alegoría, siempre hay una gran parte de verdad.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Fruto de una noche de pesadillas apocalípticas (27 Mar, 18:22)

Tiempos convulsos para un espíritu agitado que busca metas lejanas. El agotamiento te hace sentir los pensamientos como un lastre que no puedes arrojar. Ellos son el equipaje que siempre has de portar a tus espaldas. Las sombras de un millón de dudas proyectan sobre tu mente tortuosa, las necias efigies de la desolación. Pero el latido de una canción vibra con energía en tus entrañas, bombeando sangre a tus miembros entumecidos por el sopor de la incertidumbre, alimentando la fuerza que aún yace dormida dentro de tu ser. Como un león atrapado te alzas por fin, rompiendo el cerco opresivo de esos temores que en torno a ti se arremolinan. Con uñas y dientes defenderás ahora tus ansias de conquista, tu afán de llegar a la cumbre que desde tanto tiempo atrás llevas queriendo coronar. No habrá duda ni temor que hagan arredrar tu valor, y ese latido que ahora marca el ritmo de tus pasos, no se dormirá jamás, porque avanzas con el ímpetu de una fiera desatada. El filo de tu fuerza sesgará todas esas sombras emponzoñadas que han intentado subyugar tu voluntad. Los terrores del pasado ya no pueden alcanzarte, porque han sido sepultados por la rotunda energía del presente. Tú esencia se ha fundido con la magia y nada ni nadie podrá detener tus pasos hacia la gloria. Eres el jinete que cabalga sin descanso, portando en la grupa de su caballo a una dama que desliza sus secretos poderosos en tu oído, mientras tu mirada arrasa con el fuego de sus pupilas todo aquel enemigo que ose cruzarse en tu camino. De entre un mar de brumas surgirá la figura imponente que traerá consigo el azote que hará temblar los pilares del mundo. 

martes, 4 de octubre de 2011

La clave olvidada (22 Nov 2010, 00:05)

 Es difícil poder imaginar las respuestas a todas esas preguntas que asolan nuestra mente. Tantas veces nos hemos atormentado intentando vislumbrar una explicación racional, con la cual poder justificar tantos sinsentidos dentro de este mundo. Muchos son los filósofos que han tratado de aportar luz, quizás con teorías tan confusas y retorcidas, que lejos de iluminar nuestro camino, lo han tornado aún más sinuoso y plagado de incógnitas. Debo aclarar por tanto, que en el presente escrito, no trato de ver con lógica los acontecimientos de los que hablo, sino tan sólo plasmar la sensación que despiertan dentro de mí. Algunos han querido ver en las guerras fratricidas que llevan asolando nuestro mundo desde la noche de los tiempos, un simple mecanismo, que la propia naturaleza implantó en nuestro código genético, para evitar que nos expandamos sobre la piel del mundo de una forma incontrolada. Otros han visto en ellas la llave que les abrirá las puertas de un paraíso prometido, en el cual morarán sus almas por el resto de la eternidad. Para muchos otros es la forma única de luchar con eficacia por sus ideales. Todo ello como digo, son simples hipótesis basadas en ideas filosóficas o religiosas. Sin embargo, lo que mis entrañas responden cuando medito profundamente, alejando mi mente del mundo exterior y de gran parte de sus influencias, es algo mucho más a un nivel espiritual. En esa parte del inconsciente colectivo que forma parte de todos y cada uno de nosotros, aún persiste una idea que alguien dejó plasmada en otro tiempo, y que por desgracia, parece haber caído en el más triste olvido para nuestra especie. Una frase muy sencilla, una idea tan razonable como comprensible. Y sin embargo, sin saber por qué, justamente en nombre de esa misma idea, se lleva haciendo todo lo contrario durante siglos y siglos.

domingo, 2 de octubre de 2011

29 Oct 2010, 23:24

Afuera la lluvia moja el asfalto desde el principio de este atardecer apagado. Ahora ya casi sin ganas ni fuerza, deja caer el cielo sus gotas con lánguido sopor, sobre las gentes apresuradas que deambulan por las calles. Mis botas duermen tristes a la vera de mi puerta, añorando el contacto duro pero mágico de un camino, con principio cierto, pero final desconocido. El pasado se amontona en una maraña confusa de imágenes borrosas entorno a mi memoria. Mi espíritu se deshace en un mar de ímprobos esfuerzos, por apaciguar los azorados latidos de un corazón, que anhela desesperado volver a latir con frenesí, bajo el diapasón acompasado de tus sonrisas. Entumecidos mis miembros, y sedientos de nuevas aventuras, me retuerzo con inquietud como una fiera enjaulada. Un animal salvaje, que desea saborear otra vez un nuevo capítulo de mi vida, cargado con el dulce néctar de excitantes proezas, y el bálsamo de tus besos y miradas, esperándome siempre al final de cada atardecer. Y aquí estoy otra vez acantonado entre cuatro paredes, entre unos muros fríos que oprimen mi afán de libertad y marchitan mis alas. A ritmo de Heavy Metal, siento cómo mis pensamientos se inundan poco a poco de coraje, y mis músculos vuelven a cobrar rigidez. Esperando con ansia, esperando siempre el momento de que estos me impulsen otra vez por esos caminos inciertos, que surcan un mundo extraño, pero repleto de maravillas. De maravillas tan apasionantes y tiernas, como tu mirada de hechicera, y tu luminosa sonrisa.

Apu Inti, dorado dios del sol, subyugada deidad Inca. (20/10/09)


Espoleado por un agradable sentimiento de satisfacción, fruto de la circunstancia de sentir al fin cómo alguien, después de tanto tiempo, vuelve a leer estos humildes y breves esbozos de saber, hoy he decidido continuar llenando una vez más esta especie de diario tecnológico. Es casi indescriptible, la sensación de regocijo que produce en mí mente, el hecho de llenar páginas nuevamente con ideas y retazos, de todo cuanto me apasiona.
En esta ocasión, creo apropiado hablar sobre un emplazamiento mítico, situado allende los mares. Su nombre es Coricancha, y su esencia, la de una cultura que en su tiempo demostró, como tantas otras, que era capaz de plasmar la belleza de sus pensamientos sobre un montón de obras de arte, difícilmente emulables. Y es que a lo largo de la historia, los pueblos y civilizaciones que han poblado nuestro amado planeta, a parte de por desgracia demostrar un belicoso afán de subyugar a sus vecinos, también en numerosas ocasiones han demostrado una especial sensibilidad, a la hora de revelar su lado más divino. Es cierto que los Incas fueron crueles en muchos aspectos, pero también lo es el hecho, de que nos legaron un sinfín de tesoros culturales. Entre otros, uno de los que siempre me ha fascinado más, desde que tuve consciencia de su existir, es el del templo de Coricancha. Era un recinto sagrado, que en su interior albergaba todo un prodigio, fruto de la mano del hombre. Parece ser que se trataba de un auténtico bosque de oro, una resplandeciente réplica de lo que puede obrar la naturaleza, donde no faltaban aves, vegetación, y muchas otras maravillas. Por desgracia, el implacable paso de los conquistadores españoles, hizo que toda esa magia se convirtiera finalmente en burdos lingotes, tras fundir toda la magnificencia que antaño representara tan preciado metal. Hoy día, sobre lo que fue en otro tiempo, uno de los elementos más importantes de aquel aplastado imperio, se erige la iglesia de Santo Domingo, para mi, triste recordatorio de lo que algunas culturas pueden provocar a otras, cegadas por un sediento afán de poder. Tal vez este lugar fuera uno de los motivos más relevantes, por los que se propiciara la leyenda del Dorado. A colación de todo esto, me viene a la memoria esa deidad solar, que los incas adoraban, y cuyo reflejo creían observar sobre la superficie de ese metal dorado, en la que sin embargo, otras culturas tan solo ven una fuente de poder y riquezas. Un bálsamo con el que poder curar sus heridas más profundas, fruto de una avaricia desmedida.

sábado, 1 de octubre de 2011

Carta de Lucifer a Dios. (24 de Ago de 2010, a la 01:56)

Hola, Dios. Hay un terreno donde parece que nunca te cansas de ponerme obstáculos. Concedeme una tregua, cuando mi fe flaquea y mis esperanzas languidecen. Ya sé que si creo en mis sueños, tal vez nada pueda impedir que logre alcanzarlos algún día. Pero esos demonios revolotean una y otra vez sobre mi alma marchita, con sus gestos burlones y sus hirientes mofas. Ellos saben muy bien cuáles son mis puntos más vulnerables, y no se cansan de golpearlos, de azuzar a sus perros rabiosos para que desgarren con su mandíbulas hambrientas, esas zonas más débiles de mi espíritu. Una y mil veces derribaron mi ser, hasta que de él tan sólo quedaba apenas una sombra sin aliento, un despojo vacío de fuerzas y sed de vida. Se cebaron en mi debilidad, aunque yo me empeñé en levantarme e intentar destruirles por todos los medios. Navegué sin rumbo durante un tiempo, casi sin fe ya por nada, y sin preocuparme de llegar a puerto alguno. Luego llegó la luz, y con ella un nuevo hálito de esperanza. Pero siempre hay algún obstáculo, algún pasadizo maldito por donde se escurren esos mezquinos demonios, que no me dejan ni respirar, que no me conceden un solo momento de paz en el camino. Ten a bien darme una tregua, una sola tregua, y permite que por una vez tenga fe absoluta en mis sueños, sin que nada pueda entorpecerlos de forma tan desquiciante. Sé que si mi voluntad fuera férrea e inquebrantable, nada podría arredrar mis esfuerzos, y mi mano no temblaría ante las sombras de la adversidad. Pero bueno, recuerda que después de todo, tan sólo soy un humano... Con todo mi amor, de tu olvidado hijo Lucifer...

Al caer la noche, las luciérnagas despliegan su magia. (6 de Ago de 2010, a las 20:31)


Una vez más me entrego con los ojos cerrados a los brazos de mis amadas las letras. Ellas sabrán arroparme como acostumbran en su regazo, enjugando con ternura el llanto desconsolado que desborda tras los acantilados de mis párpados. El traicionero y repentino zumbido de mi teléfono móvil, me devolvió con brusquedad esta tarde a la cruda realidad, tras varias horas de transitorio trance, de incierto estado hipnótico, fruto del largo viaje y su correspondiente entumecimiento de los sentidos. Sería inapropiado por mi parte usar la palabra tristeza para describir el estado anímico que me sobrevino de golpe tras la llamada, pues los rescoldos aún crepitantes del recuerdo de los acontecimientos cercanos, lo que en mi espíritu han dejado es más bien pura nostalgia. Tampoco fue la llamada, ni mi interlocutor, lo que provocaron directamente todas estas sensaciones dentro de mí, puesto que nada tenían que ver, ni mensaje ni mensajero, en todo lo que después me sobrevino de improviso. La llamada como digo, no tiene directa importancia, simplemente fue el hecho de haber sido despertado tan repentinamente lo que desencadenó mi desasosiego, y por tanto, no veo de vital importancia el plasmar aquí el contenido de la conversación, ni la identidad de la persona que hablaba al otro lado. Lo que sí quisiera constatar es el hecho de que el sobresalto me trajo de vuelta a la realidad, y fui por fin consciente después de mi largo viaje, de la desalentadora certidumbre. Ahora, estoy lejos de ti una vez más. Los recuerdos se agolpan en mi mente lúcida, después de que el traicionero despertar abriera al fin las puertas de la vigilia de par en par. Cada momento compartido, cada secreto susurrado al oído, cada caricia deslizándose por mi piel,cada sonrisa iluminando tu bello rostro, ha vuelto a cobrar vida en la habitación de mis pensamientos. Rememoro esos instantes junto a la orilla pedregosa del río, sentados sobre un banco de piedra, muy pegados el uno junto al otro, y no puedo evitar sentir tristeza ante el hecho de que ya forman parte de un pasado, que aunque cercano en el tiempo, se me antoja terriblemente remoto. También puedo recrear en mi memoria tu fascinación al mirarme a los ojos, tu traviesa forma de besarme al calor de nuestros cuerpos en mitad de un ardiente crepúsculo, y tu gesto de regocijo cuando te acurrucabas a mi lado, simplemente para oír mis ininterrumpidas divagaciones. El atardecer alargaba las sombras cuando tu y yo regresábamos dulcemente adormilados a tu hogar, y los campos dorados resplandecían una última vez a los lados del camino, antes de que el fuego carmesí del ocaso ahogara sus últimos rayos tras el horizonte. En esos momentos te miraba de soslayo, divertido ante los gestos de niña enamorada que asomaban a tu rostro, dando pinceladas de alegría en cada centímetro del mismo. Podría estar eternamente detallando cada experiencia compartida maravillosamente con la hechicera de mis sueños, y sin embargo, en estas últimas palabras que plasmo en mi apasionada reflexión, prefiero dejar constancia de otra realidad mucho más alentadora. Es la certeza de saber que nuevos recuerdos están aún por venir, para ir completando esta historia que promete extenderse en los años venideros. Por cierto, he de mencionar por último, que el título que da paso a este texto, hace referencia a un bonito acontecimiento que tan sólo ambos conocemos.
Las luciérnagas despliegan con silenciosa elegancia sus encantos, al amparo del crepúsculo estival.

Breve reflexión, en un extraño atardecer. (4 de Jul de 2010, a las 22:31)

Mientras el humo de tu cigarrillo revolotea sobre tu cabeza, la brisa nocturna trae consigo viejos recuerdos, y la sombra del pasado aflige tu corazón. Aún no sabes qué camino está siendo trazado para ti por los hados del destino, pero te aferras a esa luz sincera que no abandona jamás esa senda, desde que la encontraras días atrás, en el bosque oscuro de tu existencia.

Aliento de esperanza. (18 de Jun de 2010, a las 21:53)

Que tremendo vacío siento en mi interior cuando tú no estás. Tan sólo la certeza de que siempre mi recuerdo va contigo dónde quiera que estés, apacigua un poco los alocados latidos de este corazón, que ya es tan tuyo como mío. Nunca alcanzaré a saciar del todo esta sed de ti, que inunda mi interior con agitados brotes de deseo. Mis impulsos son ahora fruto en su mayoría de tus miradas, de tus palabras, y del agradable frescor de tus sonrisas. Y esas sensaciones tan intensas como puras, inspiran mi creatividad, y hacen que me entregue una vez más a los brazos de mis estimadas amigas las letras. Ellas me ayudan amablemente a superar esos momentos de silencio, cuando cae la noche, y el sueño se resiste a llevarme a esas tierras mágicas, que hay más allá de esta vigilia incierta. Impregnaste en tan poco tiempo mi espíritu con renovadas fuerzas, que ahora he vuelto a recordar la forma de soñar despierto. Mis agitados pensamientos yacían antes entumecidos y hastíos, llenos del polvo tremendo de la dejadez y el olvido. Sin embargo un día tu mano surgió casi invisible desde tierras lejanas, para sacudir ese coraza de suciedad que subyugaba mis ilusiones más secretas. Tan sólo deseo y espero con todas mis fuerzas, que ese aliento, esa luz de tu mirada, y esa tierna sonrisa que me hacen vibrar como nunca, recorran por siempre la misma senda que los pasos de mi espíritu.

Destino incierto. (9 de Jun de 2010, a las 22:43)

Desde aquella cima contemplabas un mundo, que yacía dormido a tus pies. La tierna brisa acariciaba tu rostro, arrastrando con ella secretos ancestrales, que arrullaban tus sentidos, mientras dejaban prendidos en tus cabellos, la esencia de un tiempo donde los sueños eran una tajante realidad. Algún día sentirás latir tu corazón con fuerza renovada, y la paz inundará las profundidades de tu alma. No recuerdas quién fuiste, no tienes conciencia de quién eres, ni porqué estás aquí ahora, y es algo que te angustia. Quienes se cruzaron en tu camino, advirtieron alguna vez que portas algún tipo de poder, que no pasa desapercibido, y que subyace en alguna parte de tu mente, de tu espíritu. Algunas veces te sientes abatido, algunas otras desconsolado. En ocasiones, sin embargo, también crees que tienes la capacidad de conducir tu propio destino, hacia una meta más llena de luz y esperanzas. El tiempo transcurre, rápido, lento, desconcertante. Y desde la noche de los tiempos, tu alma tortuosa grita para que la escuches, que te detengas y medites. No busques las respuestas tan lejos de tí, pues en ti duermen todas, esperando que algún día las despiertes. No sabes bien cual es el destino de tu vida, pero sabes en el fondo quién eres. Tu nombre, reposa escrito en tus palabras, en tus actos, en tus gestos y decisiones. Portador de Luz, prestame una vez más tu tierno y amable regazo, porque mi nombre es el tuyo mismo, y mi camino discurre por el mismo bosque oscuro.

Extraido de mi diario cibernetico. Es decir, mi fotolog. 30 de Mar de 2010, a las 20:44

Hoy, tras por pura casualidad, haber llegado hasta un blog, uno más entre tantos otros que abarrotan la red de redes, he sentido algo que ha desatado en mi interior, un impulso incontrolable de vomitar toda mi rabia. El relato, la historia real que allí tuve ocasión de conocer, hizo que algo se revolviera furiosamente en mis entrañas. Una terrible desazón, fruto de todo esto, me ha llevado hasta esta actualización. Una acuciante necesidad de expresar mi ira es la responsable de estas palabras cargadas sin duda de odio, pero más que nada, de pura decepción. Una decepción que pesa en mi alma como si de la cruz más subyugante se tratara.
Semejante historia, ha hecho que me hiciera una vez más, pero con más determinación tal vez que nunca antes en mi vida, la eterna pregunta; ¿Existe algún dios en alguna parte, o simplemente vagamos solos a la deriva? Quizás ahora preferiría saber que no, que no existe cosa semejante, puesto que de lo contrario, me costaría mucho más entender el porqué de algunas cosas, de algunos hechos terribles. Jamás comprenderé, cuál es la maldita razón por la cual han de sufrir irremisiblemente su torpeza, aquellos hijos que no causaron mal alguno en sus vidas. Jamás entenderé porqué han de morir, una y mil veces, tantas personas en su nombre, cualquiera que sea este. Por mucho que algunos se empeñen en hacernos creer que todo forma parte de un plan divino, de un endemoniado plan divino, yo me niego a aceptar tanto sufrimiento, tanta desgracia. Por mucho que me digan que he de arrodillarme ante Él, alabar su grandeza, y agradecer eternamente su “justicia”, algo en lo más profundo de mi espíritu me grita que no ha de ser así. No hemos de temer sus castigos, por mucho que nos quieran hacer creer que nos son infligidos con amor. No hemos de rogar por nuestra salvación, pues me doy cuenta de que estos actos, tanto los suyos como los nuestros, no son fruto del amor, sino del más puro terror por no caer bajo su ira, y de su eterno afán por saberse alabado por encima de todo. Quizás sea cierto que existe un “dios”, aunque tal vez aún no comprendamos qué es exactamente semejante concepto. Tal vez sea este simplemente un sentimiento colectivo, que anida en alguna parte de cada uno de nosotros, en cada fina hebra, de la seda que conforma esa gran telaraña que es nuestra conciencia colectiva. Pero de ser así, está claro que ese concepto de dios está formado por dos partes completamente opuestas. Una nos aflige constantemente, indicándonos que hemos de ser sumisos, y que debemos acatar todo como nos venga, aún cuando ello suponga aceptar cosas terribles e injustas, mientras que la otra nos grita desesperadamente, que hemos de alzarnos y luchar por todo cuanto suponga una meta justa y bondadosa. Es ese sentimiento que en muchísimas ocasiones, nos murmura al oído conceptos humildes, conduciendo nuestras almas por una senda de sabiduría y paz. Francamente, tras esta extraña y enmarañada reflexión, prefiero ahora quedarme con este último consuelo, esta última hipótesis de lo que puede significar el concepto de dios. Y si en un principio mi espíritu se veía atormentado y afligido por la rabia, mientras escribo estas últimas palabras, siento que esta se ha ido disipando, liberando a mi corazón de semejante carga.

Cálida luz, en una noche invernal. (16 de May de 2010, a la 01:50)


En una noche extrañamente fría como esta, fuera del tiempo y del espacio, mi mente vaga nostálgica por lejanos parajes de ensueño. Las notas apoteosicas de una canción suenan en mi mente, dibujando otra vez aquellos vastos y hermosos parajes, que se extienden más allá de mi conciencia, en ese apartado rincón, en que siempre gusto de resguardar mis esperanzas. Allí el invierno hace tiempo que cayó, adueñándose por completo de cada partícula de aire, y la primavera se demora y se demora. Desgraciadamente, mi espíritu no visita últimamente esa región de mis pensamientos, y he consentido que todo ello caiga bajo el cruel yugo de un helado hálito, que hace más pesada la carga, que han de soportar en su camino unos viejos amigos. Sin embargo, algo muy poderoso me grita desde las profundidades de mi corazón, que pronto he de volver ahí. Gobernaré esas tierras con mano firme y justicia, trazando una vez más el glorioso destino de mis ángeles abandonados. Mi aliento les dará fuerzas, mis pensamientos insuflarán valor en sus venas, y cada frase que surja de mi mente, será como una chispa de luz, que incendiará la hoguera de sus esperanzas. Esto ha de ser así, pues de otra forma mi espíritu se irá marchitando, con cada segundo que se halle dormida mi pluma. Ella será quien guíe esas espadas, tanto tiempo ya silenciosas en sus fundas. Sin embargo, soy consciente por completo, de que para que todo esto sea posible, para que mis fuerzas resuciten por completo, seguiré precisando del bálsamo de tus sonrisas, de la firmeza inquebrantable que me inunda el corazón, con cada una de tus palabras, y de la grandeza que germina dentro de mí, y que directamente destila de todo tu ser... hechicera... hechicera del amanecer de los tiempos. Tú trajiste al fin luz y esperanzas renovadas, dónde tan solo quedaba ya frustración, obscuridad y desesperación. Camino ahora sin titubear en esa noche incierta, guiándome siempre por esa llama que arde imperecedera en tu candil. Tu mano blanca como el alba la sustenta con firmeza, haciendo que mi corazón lata, henchido por el orgullo que suscita tu valor.
Todo esto surgió como de costumbre, fruto de la más pura casualidad, si es que semejante concepto existen en realidad, mientras vagaba distraido, observando y observando.

Espeluznante magnificencia. (Extraido de mi fotolog).

De vez en cuando, resulta gratificante sentir la superficie irregular de un sendero bajo tus botas. A pesar de todos esos pequeños guijarros alojándose en tus suelas, ávidos por introducir sus punzantes aristas en los más tierno de tu pie. A pesar de todo ese barro que va tiñendo suciamente los bajos de tu pantalón. Y a pesar también de esas molestas ampollas, fruto de un paso marcial como el de quien suscribe, realmente, merece la pena perderse durante unas horas, entre los senderos que poco a poco, te alejan del gris asfalto, de su moribundo bullicio, y de sus pretenciosos carteles luminosos. Hoy sentí la llamada del camino, susurrando tras la puerta de mi casa, y decidí que era hora de escucharla y atenderla. Aunque el frío era incipiente, el sol pegaba de cara al principio, y muy pronto, el sudor empezó a escurrirse por mi espalda, tras la camiseta y el chaleco baquero. Llevaba mi mochila con dos botellas de agua como de costumbre, y una sudadera por si me pillaba el temporal, y esto suele dar bastante calor. Sin embargo, pronto me vi rodeado de nuevo por mis amigos de imponente presencia, recia piel cuarteada, y retorcidas extremidades, y eso, es algo que siempre me reconforta. Sentir la sombra de los árboles acariciar mi cuerpo. Contemplar sus hojas amarillentas desprenderse con sutileza, para ser arrastradas por la brisa hasta el sendero embarrado. Escuchar el arrullador y cristalino discurrir de las aguas de un riachuelo, contemplar parajes solitarios, pero llenos de vida al mismo tiempo. Todo ello me hace recapacitar con mayor detenimiento, y sopesar con calma cada uno de mis pensamientos.
Sin embargo, no es todo esto el verdadero motivo de este capítulo de mi cibernético diario. Hubo algo, durante el camino, que hizo que me sobrecogiera durante unos minutos, a la par que era deleitado por la belleza innegable de sus formas. Fue una visión en cierto modo dramática, el vestigio incólume de un pasado rebosante de penumbras. La angustia caló casi a hurtadillas en mi espíritu, se hizo paso silenciosamente, hasta que por fin, supe que se había colado dentro de mi corazón. Se preguntarán tal vez, cual es la visión, que puede en tan poco tiempo causar semejante respuesta de mis sentidos. Pues bien, tal vez se sorprendan al conocer la respuesta, pues se trata tan solo de una edificación no demasiado antigua. Eso sí, una construcción enorme, creo que la más grande del país, en cuanto a superficie. Pero lo que realmente hizo que me sintiera triste y apabullado, fue el significado que semejante coloso tuvo durante largos años. Y es que no en vano, durante esa época oscura del franquismo, aquel montón de piedras, aquella mole inmensa, cuya torre apuntá aún hoy hacia el cielo como un dedo amenazador, representó la subyugante hegemonía de la represión. Toda la angustia, que sin duda debieron sufrir los centenares de huérfanos que allí padecieron disimulado cautiverio, sobrevino sobre mi mente en cuestión de segundos. Sentí, o creí sentir entonces, cuan desdichados debieron ser durante años, todos esos niños. Aunque bueno, siempre puedo estar equivocado, o tal vez sea víctima de una visión, cuya perspectiva ya no es la misma que la de entonces.

Tan frágil como un sueño. (5 de Abr de 2010, a las 23:01)

A veces tengo miedo de dormirme y descubrir que todo es tan frágil como un sueño. Intento encontrar esa fuerza en mi interior que me ayude a destruir el miedo que encadena mi corazón, impidiendo que pueda latir como quisiera. Ese hechizo que ahora sin querer, alguien derramó sobre mi alma, es tan delicioso que en ocasiones me siento abrumado. Aún así, deseo entregarme a la fuerza de su magia hasta que mi ser y su naturaleza se fundan en una sola esencia, y que esa nueva sustancia divina sea el germen de mi apoteósico renacer. Para ello, habré sin duda de encontrar la fe y el valor que me hagan vencer sobre todos mis temores. Ese aliento que me llega desde tan lejos, susurrando dulces secretos en mi oído, es tan alentador, que sinceramente, espero que esta vez no sea tan frágil como un sueño.

La caricia de la muerte. (21 de Mar de 2010, a las 22:28)

Todo transcurre en una insignificante fracción de segundo. Ahora eres hombre, y al instante siguiente, sin que tu mente pueda asimilar la situación, ves tu cuerpo reducido a un amasijo de carne sanguinolenta. La muerte danza sobre nuestras cabezas, se ríe de nuestras vidas, y sesga el aliento que nos hace vibrar, al son de una danza macabra. Ella sabe que en el fondo no somos nada, aunque tal vez no recuerde una cosa... que la luz de nuestras almas, puede brillar infinitamente más que el filo de su guadaña. Al otro lado... ya no danzaremos más a su son, y el miedo no podrá atormentar nuestra existencia. Al menos, es lo que pienso, y ciertamente, me sirve de consuelo. Yo sé que en el regazo de mi amada musa, no habré de temer más los amargos besos de la muerte.

Los caballeros de la luz y los caballeros de la oscuridad. (17 de Mar de 2010, a las 22:57)


Así los denominaban en algún pasaje de los los manuscritos del mar muerto. Seres de luz, en eterna pugna contra los seres de la oscuridad. ¿Pero quienes eran unos y quienes eran otros?
Inevitablemente, a mi memoria regresan todas esas ideas gnosticas, misteriosamente reflejadas en otros códices antiguos, los de Nag Hammadi, en Egipto.
La gnosis, significa conocimiento. Es como una llave, a través de la cual, nuestras almas pueden al fin regresar a la luz, después de tanto tiempo prisioneras en este mundo material, en una cárcel de carbono. Pero alcanzar esa gnosis no es fácil en absoluto. Para ello, en muchos casos es necesario sacrificar ciertas cosas del mundo material. Y es que, siempre según los nogsticos, este mundo que conocemos, no es obra de un ser bondadoso que nos ama, sino más bien, la burda imitación del universo celestial, llevada a cabo por un ser caído.
Por alguna razón, en algún momento de nuestra existencia no terrenal, nuestra esencia divina, desciende hasta el mundo material, pierde toda conciencia de quién es en realidad, y vaga durante generaciones, encarnándose una y otra vez, preso de un mundo regido por guerras crueles, egoísmo y deseo de notoriedad.
Parece ser, que solo mediante el sacrificio de ciertas costumbres, firmemente arraigadas al entorno material en el que nos hayamos prisioneros, es posible regresar a la luz primigenia, y recuperar nuestra verdadera esencia, libre de ataduras carnales. Para ello es necesario, según algunos gnosticos, aunque no todos, abandonar para siempre necesidades primordiales, como el deseo de procrear, de perpetuarnos como especie. La punzada incesante del deseo, avivada por la llama lujuriosa de la carne, es una artimaña demoníaca, que nos hará permanecer eternamente aquí encerrados. Es obedecer y alimentar esos deseos que el demiurgo insufló dentro de nosotros, con el fin de que su mundo terrenal, esa burda falsificación del auténtico universo de luz, se halle siempre engrandecido por la presencia de seres divinos, bajo su estricto dominio.
Tal vez ese fuera el dios al que defendían aquellos misteriosos caballeros de la oscuridad, el vengativo y cruel Yavé de la biblia, quien cree reinar por encima de todos. Sin embargo, hay quienes piensan que es solo un ser inferior, por encima del cual está el verdadero dios de la Luz, a la espera de que cada uno de nosotros, encuentre el sendero que lo lleve de regreso a él, y a la verdad absoluta. Otros piensan que es un ser en contraposición a su homónimo bondadoso, esto es poner identidad a dos conceptos filosóficos, tan antiguos como el miedo que alimenta las fantasías y cábalas del ser humano, la eterna lucha entre el Bien, y el Mal. Entre la Luz, y la Oscuridad, entre la misericordiosa ignorancia, y el doloroso saber.
Solo expongo con mis humildes palabras, condicionado siempre por los límites de mi ignorancia, aquellas ideas que llegaron por alguna razón hasta mí, dando fruto inevitablemente a una imperiosa necesidad de difundirlas, entre las personas que me rodean. No defiendo con ello dichas ideas, aunque tampoco las ataco. Simplemente intento reflexionar sobre todo ello, y algunas veces en voz alta, para poder compartir esa desazón fruto de la carencia de saber. Tal vez sea una forma de compartir esta vendita carga, con una parte del resto de la humanidad.

2 de Mar de 2010, a las 20:55

Una y mil veces busco consuelo en tus faldas, diosa eterna de la noche, aunque a veces parece que ya no escuchas mis lamentos, pero tal vez sea porque no merecen oído alguno que les preste atención. Tu regazo ha de estar colmado de tanto llanto inútil, como si de un cielo cuajado de estrellas apagadas se tratara, y el humo de mis amarguras forma una corona espesa en tus cabellos dorados. El destino se empeña en jugarme malas pasadas, aunque a veces casi tan discretas, que ni tan siquiera juzgo justo que haya de quejarme por ellas, porque no minarían la moral de un alma fuerte de verdad. ¿Cómo un humano puede ser capaz de tropezar cien millones de veces en las mismas piedras? ¿Es que a caso camino en círculos sin llegar jamás a ninguna parte? Siento que soy un siervo inútil de la noche, sin poder hallar un segundo de paz, para al fin poder cerrar mis ojos y soñar con cosas bellas, pues los temores siempre están ahí, agazapados tras de mi, y al acecho, dispuestos a destruir mi voluntad ya quebrada en mil sitios diferentes. Pero aún sigo dispuesto a caminar, con la trémula esperanza del que no se rinde a pesar de sus continuos fracasos. Mientras me quede el consuelo de las palabras, la magia que perdura en mí, no morirá, no se apagará por completo en el olvido.

El tiempo habrá de avivar vuestras sonrisas (19 de Feb de 2010, a las 16:51)


Qué tristeza supone para mí haber dejado abandonados a mis compañeros en el transcusro de sus aventuras. Sin ellos, hace mucho que no soy el mismo ya, pero desgraciadamente siento que me falta ese soplo definitivo, ese susurro alentador que me permita volver a escribir su historia, insuflando en sus espíritus un trozo de mi ser, una vez más. Las musas ahora tan solo acarician mi alma ocasionalmente, haciendo que brote mi creatividad como la llama de una antorcha en medio de la noche fría, sin embargo sé muy bien que no es porque ya no aprecien la esencia que es fruto de mis pasiones, sino que simplemente ya no siento fuerzas suficientes para arropar en mi regazo sus susurros, no en vano, sé que algún día las yemas de sus dedos invisibles volverán a surcar el pellejo de mi mente.
Extraído de la segunda parte de mi saga de "El Filo De La Tormenta". En humilde homenaje a esos preciados amigos, arriba ya mencionados.

Las pocas estatuas que aún permanecían en pie sobre sus pedestales aparecían horriblemente mutiladas, con los gestos de sus caras completamente sesgados por el filo de la guerra o del tiempo, sus brazos hechos pedazos sobre el suelo, y la grandeza que habían representado en otro tiempo, completamente enmudecida por el olvido y el beligerante brazo que la había barrido.
Los jardines se habían marchitado por completo y las únicas plantas que prosperaban ahora eran las malas hierbas. Espesos brezos se amontonaban sobre los muros y flanqueaban los senderos amenazando con inundarlos por completo, cosa que ya casi habían logrado del todo, con el transcurrir del tiempo. Los manojos de hierba se abrían paso entre las losas semejando verdes manos de dedos retorcidos, y los árboles permanecían aún erguidos pero vacíos de vida, y su corteza presentaba un tono sombrío y apagado.

Esclavo de mis miedos. Prisión que oprime mi voluntad.(27/02/2010)

Una vez que el miedo ha calado hondo en tus entrañas, es muy difícil poder desterrarlo de ahí. A partir de ese momento, será tu peor verdugo en las noches de frío y soledad, impedirá que puedas avanzar, saboteará una y mil veces todos tus planes y proyectos, y coartará tus movimientos, sean cuales sean, y para lo que sean. No dejará que puedas respirar un sólo momento, no habrá paz en tu corazón, y jamás podrás encontrar la respuesta que apacigüe todas esas angustias que te carcomen el alma, que sofocan la llama de tu voluntad. El miedo, a veces es buen consejero, pero cuando llegas a ser esclavo de sus directrices, tan solo alimentará tus dudas, y será el abono perfecto para que puedan medrar los campos, donde han de pastar todos los demonios que te acompañan. Si alguien llega alguna vez a leer estas palabras, tal vez pueda comprender a lo que me refiero, pues ese miedo dañino y cruel, no es ajeno por desgracia a humano alguno que sienta y padezca los impulsos de nuestra especie. Mientras no consigas vencer tus miedos, los demonios seguirán danzando a tu alrededor, y las noches serán por siempre, una interminable sucesión de pesadillas.

Reflexión de un alma atormentada. (Escrito el 20/02/2010)

A veces pienso que es como si una espiral de mala suerte, estuviera absorviendo lentamente mis fuerzas. Son pequeños detalles, a modo de alfileres insignificantes, punzadas de mala suerte que van minando mi moral, un día tras otro. Soy consciente de que ninguna desgracia verdaderamente importante pesa sobre mis espaldas, de que en el fondo puedo considerarme una persona afortunada, sobre todo si tenemos en cuenta las desdichas que atormentan a miles de almas en este mundo. Sin embargo, esas penurias menores que me acucian casi con disimulo, colándose a hurtadillas en la habitación de mis pensamientos, hacen que a veces me desmorone por completo. Seguramente se deba a que en el fondo, soy un ser mucho más débil de lo que en apariencia pueda dar a ver ante el resto de mortales. Con demasiada frecuencia, me interno a solas en las profundidades de mi subconsciente, buscando en vano una respuesta a todo cuanto me atormenta. Allí me espera siempre mi diosa, dispuesta a enjugar mi llanto, y a prestar su regazo para que repose sobre él mis penurias. De todas formas, pienso que algunas veces se espera de mí más de lo que puedo ofrecer, y puede que cause una profunda decepción a algunas personas cercanas. Y sin embargo, tengo la certidumbre de que mis intenciones nunca son mezquinas, tan sólo que tengo mis limitaciones, como ser humano, y como espíritu solitario.