sábado, 1 de octubre de 2011

Carta de Lucifer a Dios. (24 de Ago de 2010, a la 01:56)

Hola, Dios. Hay un terreno donde parece que nunca te cansas de ponerme obstáculos. Concedeme una tregua, cuando mi fe flaquea y mis esperanzas languidecen. Ya sé que si creo en mis sueños, tal vez nada pueda impedir que logre alcanzarlos algún día. Pero esos demonios revolotean una y otra vez sobre mi alma marchita, con sus gestos burlones y sus hirientes mofas. Ellos saben muy bien cuáles son mis puntos más vulnerables, y no se cansan de golpearlos, de azuzar a sus perros rabiosos para que desgarren con su mandíbulas hambrientas, esas zonas más débiles de mi espíritu. Una y mil veces derribaron mi ser, hasta que de él tan sólo quedaba apenas una sombra sin aliento, un despojo vacío de fuerzas y sed de vida. Se cebaron en mi debilidad, aunque yo me empeñé en levantarme e intentar destruirles por todos los medios. Navegué sin rumbo durante un tiempo, casi sin fe ya por nada, y sin preocuparme de llegar a puerto alguno. Luego llegó la luz, y con ella un nuevo hálito de esperanza. Pero siempre hay algún obstáculo, algún pasadizo maldito por donde se escurren esos mezquinos demonios, que no me dejan ni respirar, que no me conceden un solo momento de paz en el camino. Ten a bien darme una tregua, una sola tregua, y permite que por una vez tenga fe absoluta en mis sueños, sin que nada pueda entorpecerlos de forma tan desquiciante. Sé que si mi voluntad fuera férrea e inquebrantable, nada podría arredrar mis esfuerzos, y mi mano no temblaría ante las sombras de la adversidad. Pero bueno, recuerda que después de todo, tan sólo soy un humano... Con todo mi amor, de tu olvidado hijo Lucifer...

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